03/04/2023
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna,
a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena
profesión delante de muchos testigos.
1 Timoteo 6:12
El problema del hombre no está en la bomba atómica, sino en su corazón. (Albert Einstein)
¿Qué cosas pasan en el corazón del hombre cómo para cometer actos horribles y no querer escuchar la voz de Dios? Es el pecado que ciega al hombre.
Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón (Efesios 4:18)
Las pruebas también pueden llegar a endurecernos.
Al pasar el tiempo nos enfrentamos a diversas situaciones que no entendemos y al no ver cumplidos nuestros sueños y promesas, nos frustramos y apartamos llegando a pensar que la vida de antes era mejor que la que Cristo ha preparado para nosotros cuando lo recibimos en nuestro corazón, llegando a pensar incluso que Dios se olvidó de nosotros.
Pero la verdad es que Dios nos ama y nunca se olvida de nosotros; aunque estemos pasando por muchas situaciones, Él siempre está a nuestro lado por el inmenso amor que nos tiene.
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. (Isaías 49:15)
El camino más fácil sin duda es apartarse y endurecer nuestros corazones, pero no es la decisión acertada, ya que una vida sin Dios está destinada al fracaso total.
Por el contrario si nos fortalecemos en Dios y su Palabra dándole gloria en toda circunstancia, Él promete darnos la corona de vida.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12)
Estamos viviendo tiempos difíciles, no significa una vida sin problemas, lo que necesitamos es la solución y la respuesta a todas ellas. Cristo es la solución.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33)
En conclusión, pelear la buena batalla de la fe significa que nos mantenemos firmes en la Palabra y en el poder del Espíritu, considerándonos muertos a nuestros sentimientos y a nuestro razonamiento humano, no dejando reinar al pecado en nuestro cuerpo mortal.
Señor sabemos que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos. (2 Corintios 4:8-9). En tu nombre veremos la victoria, en el nombre de Jesús, Amén.