03/17/2023
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.
Mateo 27:51
En el Antiguo testamento había sacerdotes y profetas: Quizás estés pensando: Moisés, Abraham, Isaac, Jacob, David, Elías, todos estos fieles siervos del Dios altísimo tenían libre acceso para estar en su presencia. Todos ellos cumplieron su propósito en diferentes tiempos, teniendo algo en común para lograrlo, una estrecha relación con Dios, permanecieron cerca durante toda su vida, manteniéndose fieles a Él.
¿Estamos nosotros en esa disposición de buscar el rostro del Señor?
El Profeta, era la voz de Dios al pueblo
El Sacerdote era la voz del pueblo a Dios, intercedía por los pecados del pueblo y era el encargado del sacrificio y expiación de los animales.
En el antiguo testamento, el Espíritu Santo iba y venía, solo hasta cuando Jesús cumplió su plan de Salvación nos dejó al Espíritu Santo.
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16:7)
La función simbólica del velo era hacer una clara separación entre el hombre pecador y el Dios Santo, el ser humano no tenía la libertad de entrar a la presencia de Dios en el templo, estaba restringido al sumo sacerdote quien una vez al año, en el día de la expiación, entraba para realizar el sacrificio ceremonial por los pecados.
Ahora Cristo es nuestro mayor y supremo Sumo Sacerdote, y como creyentes en su obra terminada en la cruz, nosotros participamos de su mejor sacerdocio. Podemos entrar ahora en el Lugar Santísimo por Él.
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios. (Hebreos 10:19-21)
Cuando el velo se rasgó lo que mantenía al hombre alejado de la presencia de Dios fue eliminado por completo, debido a que Dios rasgó el velo en dos, ahora tenemos LIBRE ACCESO A SU PRESENCIA.
Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (Hebreos 10:22) En el nombre de Jesús, Amén.
En quien tenemos seguridad y acceso con confianza
por medio de la fe en él.
Efesios 3:12