03/16/2023
Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
Él dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?
Números 23:19
Hay bendiciones especiales en lugares especiales. Es por esto que debemos estar preparados con una mente renovada y un corazón dispuesto para adquirirlas ya que Él quiere derramar su gloria en nosotros.
Dios es bueno, tanto en afecto como en solidaridad. Él es firme en su voluntad de cumplir sus promesas y llevar a cabo lo que ha dicho. En Él nos apoyamos con total confianza.
Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. (2 Corintios 1:20)
En la espera no pensemos el tiempo que llevamos tratando de oír su voz y dirección, sino que determinemos, este es el día que hallaremos la solución, confiar que Él lo hará y que veremos su respuesta cumplida.
Dios siempre cumple su Palabra, lo que Él determina se ejecuta porque es el dueño y soberano de todo lo creado, es incuestionable, Él es Dios y su Palabra permanece por la eternidad.
Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, (Hebreos 10:16).
Es Dios quién establece el pacto y jura por sí mismo que cumplirá dichas promesas, el hombre en cambio, promete y jura obediencia y entrega a Dios y a su servicio.
Cuando el hombre hace promesa a Dios se llama voto, la gran diferencia es que el hombre escasamente cumple lo que promete. Se olvida de lo que prometió con facilidad y no se puede confiar siempre en su palabra, Dios nos advierte:
Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. (Jeremías 17:5)
Definitivamente no podemos negar que Dios es un DIOS DE PACTOS, que nos ha llamado a grandes cosas las cuales ha prometido a todos los que en Él creen.
Tenemos la responsabilidad de permitir que la Palabra de Dios penetre en nuestra mente, capte y entienda absolutamente que nuestro Dios es fiel. ¡Él no sabe fallar!
Amo a Jehová, pues ha oído Mi voz y mis súplicas; Porque ha inclinado a mí su oído; Por tanto, le invocaré en todos mis días. (Salmo 116:1-2) En el nombre de Jesús, Amén.