03/09/2023
Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20
No puedo decir “Padre” si no demuestro este parentesco en mi vida cristiana.
No puedo decir “nuestro” sí vivo encerrado en un compartimiento hermético.
No puedo decir “que estás en los cielos” si estoy tan ocupado en la tierra.
No puedo decir “Santificado sea tu nombre” sino glorifico su nombre.
No puedo decir “venga tu reino” si no estoy haciendo todo lo posible por apresurar su venida. No puedo decir “hágase tu voluntad” si me resiento o no obedezco su voluntad para mi.
No puedo decir “como el cielo, así también en la tierra”, si no dedico mi vida a su servicio.
No puedo decir “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, si soy un egoísta.
No puedo decir “y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben”. si tengo guardado algún rencor contra alguien.
No puedo decir “no nos metas en tentación”, si estoy al alcance de la tentación.
No puedo decir ‘más líbranos del mal’ si no me preparo para pelear la batalla espiritual.
No puedo decir “tuyo es el reino”, si no otorgo al Rey la obediencia leal de siervo disciplinado
No puedo decir “tuyo es el poder”, si temo lo que me pueda hacer el hombre.
No puedo decir “tuya es la gloria”, si busco mi propia gloria.
No puedo decir “por todos los siglos'', si mi horizonte está limitado por las cosas temporales.
La oración del Padre nuestro es la más conocida y repetida entre los cristianos. Se encuentra en dos de los evangelios, específicamente en (Mateo 6:9-13) y (Lucas 11:2-4).
Ahí podemos ver que Jesús la usó como ejemplo para enseñar a sus discípulos cómo orar.
Al mirar este MODELO DE ORACIÓN, vemos que a Dios le agrada cuando es una oración sencilla, sincera y humilde. Debe salir de lo profundo del corazón.
Al orar debemos reconocer el poder, la grandeza y santidad, también la necesidad que tenemos de Él y su intervención en nuestras vidas experimentando el deseo de exaltarle y glorificarle.
Gracias mi Señor Jesucristo por el día de hoy, por la vida, por mi salud, por mi familia, por el pan en mi mesa y por tu compañía. Bendice y cuida de cada uno de nosotros y siempre llévanos de tu mano. En tu nombre glorioso. Amén.
Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos;toda la tierra
está llena de su gloria.
Isaías 6:3b